4/9/14

Cando falan do lobo recordo a morte de Lucita e estreméceseme o sangue

Cuando Valentín Pico Fraga escucha a alguien hablar de ataques de lobos o ve referencias en los medios de comunicación como los de los últimos días, no puede evitar acordarse de su hermana Lucita, fallecida con tres años, en 1938. Murió después de que uno de estos depredadores la transportara en la boca durante un trayecto de medio kilómetro, en la aldea de O Iglesiario, en O Alto do Xestoso, en Monfero, A Coruña. «Estreméceseme o sangue -confesó - porque isto doe toda a vida e non falo de boa gana diso».


El suceso, que causó una conmoción general, transformó la vida de la familia. En el asiento del Registro Civil figura como causa de la defunción de Luz Pico Fraga, de 3 años de edad, el 12 de abril de 1938, «magullamiento general y peritonitis traumática», como consecuencia del ataque de un lobo.

Lucita, según recuerda Valentín, que entonces tenía 10 años, caminaba de la mano de Lola, otra hermana que tenía cinco años, por una corredoira de O Iglesario con un rebaño de ovejas. Los animales detectaron la presencia del lobo y echaron a correr hacia la cuadra para huir de él. Las niñas no. Valentín cuenta, 76 años después, que el lobo saltó desde un alto y cogió a su hermana Lucita con las fauces y salió huyendo por las fincas con ella en la boca.

Murió al día siguiente

Un tío de los niños de A Espadana vio al lobo cargando con la niña en la boca y empezó a tirarle piedras y a gritarle. Consiguió que la soltara. «Deulle 36 dentelladas e arrancoulle parte dunha orella». «A nena pesaba-añadió- e caeulle varias veces o chan, co que lle machachou as costelas». «Non a quería deixar. Levabaa atravesada na boca e a meu tío costoulle que a soltara. Colleuna no colo e trouxoa para a casa». Murió al día siguiente.

«Meu pai e miña nai -recuerda Valentín- levárona o médico As Pontes nunha besta, que era o medio de transporte que había daquela, en plena Guerra Civil». «O médico -añadió- fíxolle as curas e para o outro día xa morreu». Por aquel entonces no existían las posibilidades de ahora y la pequeña ni siquiera llegó a estar hospitalizada.

La niña, según recuerda su hermano, regresó a O Iglesario en la misma caballería que la trasladó a As Pontes, después de que el galeno hiciera todo lo que estaba en sus manos, con los escasos recursos a su disposición. Falleció en la casa familiar, que compartía con sus ocho hermanos y sus padres, que ahora está en ruinas. Fue enterrada en el viejo cementerio, que rodeaba la iglesia de Xestoso. En el camposanto no queda ningún recuerdo de lo ocurrido. Cuando inauguraron el nuevo dejaron algunas cruces de piedra, con nombres de personas enterradas allí, pero en ninguna de ellas figura el de Lucita. Su hermano recuerda que cuando el lobo mató a la pequeña, España estaba en plena Guerra Civil y no había recursos para entierros y lápidas. «Criámonos todos na necesidade», concluyó. Más o menos calcula que a Lucita pudieron darle sepultura en una zona próxima al muro de la pared que delimita la iglesia.

Valentín recuerda que hubo un gran revuelo por el fallecimiento de su hermana, pero que no se tomaron medidas contra los lobos. «Todas as noites os sentíamos ouvear dende a casa». «De noite era cousa seria andar polos camiños porque son animales moi dañinos».

Llanto en el pueblo

María Alicia Tojeiro Pena, la esposa de Valentín, tenía la misma edad que Lucita. Pese a que era muy pequeña se acuerda «do llanto que houbo». El familiar que consiguió que el lobo soltara a la niña era el padrino de la pequeña. «Se non a a atopara -aseguró- meteríase con ela na fraga e xa non se volvería a saber dela. Polo menos puidérona enterrar».

FUENTE: LA VOZ DE GALICIA