La normativa de la Xunta (sometida a información pública el pasado lunes) divide el territorio habitable por los osos en dos áreas. Las áreas de presencia permanente de los plantígrados en los últimos cinco años se corresponden con la Serra dos Ancares. Esta zona incluye, a su vez, áreas críticas, indispensables para la supervivencia de la especie (Canón de Rao y Cabeceiras de Brego, Vara, Ortigal y Piornedo). Las áreas de distribución potencial son aquellas en las que los osos aparecieron esporádicamente y que pueden convertirse en áreas de presencia habitual, como son Negreira de Muñiz, Courel Alto y Serra de Oribio.
Esta ampliación pretende potenciar el contacto entre las poblaciones oseras del cantábrico occidental (Galicia, Asturias y León). En total, cuentan con 160 animales, aunque en la comunidad gallega se concentran "unos pocos ejemplares", según la Xunta. La especie experimenta una recuperación favorable en Galicia gracias a la calidad de los montes lucenses, aunque frenada por la falta de conectividad con las poblaciones de osos asturleonesas
La revisión del decreto también establece unas normas para la conservación del hábitat de los osos, con normas generales que se aplicarán a todo el territorio y normas específicas para las áreas de presencia, dado que son las que habitan estos animales en la actualidad.
Las normas aplicables a todas las zonas establecen que habrá que cambiar batidas, ganchos y monterías de localidades con presencia de osos. En cuanto a la quema de rastrojos, no podrá hacerse en superficies de más de 5 hectáreas. También deberá tener en cuenta la existencia de osos cualquier proyecto o plan forestal que pueda afectar a su hábitat. Las áreas de presencia, además, tendrán que regular el acceso a turistas por caminos, pistas y vías pecuarias, así como fomentar que los métodos de caza que se lleven a cabo en estas zonas sean de rececho o espera (métodos sigilosos de práctica individual). Las áreas críticas, indispensables para la supervivencia del oso pardo, deberán buscar alternativas a la limpieza de montes mecanizada y a las quemas de rastrojos, así como reforestar mediante rozas manuales.
FUENTE: EL FARO DE VIGO