12/8/12

Los daños colaterales del jabalí


La gestión de la caza en España es una “competencia” de las Comunidades Autónomas, pero la responsabilidad en la conservación de las especies de nuestro Patrimonio Natural, incluidas las cinegéticas, corresponde al Estado.

En Galicia, “la caza” la gestiona en la actualidad la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, pero antes la gestionó la Consellería do Medio Rural, y antes de ésta lo hizo otra; y podríamos seguir haciendo memoria hasta el día que se creó la Comunidad Autónoma de Galicia, para lo que nos harían falta los dedos de las dos manos para llevar la cuenta de los saltos que hemos ido dando de un despacho a otro.

Este movido baile de Consellerías en tan pocos años es la mejor demostración de que la caza es una actividad a la que la Administración no acaba de encontrar un nicho en el que colocarla de una forma permanente y sólida. En el resto de CCAA seguramente pasa lo mismo que en Galicia, por lo que no debe ser un problema exclusivamente nuestro.

Será por ese motivo, o tal vez por otros diferentes, que la gestión de la caza en Galicia siempre fue: “de aquella manera”, como se dice por estas tierras, y mucho nos tememos que en el futuro seguirá por derroteros similares si no nos ponemos las pilas.


Sería muy fácil focalizar los males de la caza en los funcionarios que trabajan en la Xunta de Galicia, desde el propio Conselleiro, pasando por el Director Xeral, los Jefes de Servicio y los últimos curritos que se dedican al papeleo y las cartas que llegan a los Tecores, pero mucho nos tememos que después de tanto tiempo no podemos elegir ese camino, puesto que diferentes colores han ocupado las poltronas del poder y la caza poco lo ha notado, ya sea para bien o para mal.

Y para muestra un botón, ya que hace siete meses andábamos todo alborotados por las prisas que había en sacar una nueva Ley de Caza y resulta que llegan las vacaciones y nadie sabe nada del retoño. Quizás solo fue un “embarazo psicológico” que se quedó en nada, lo cual sería de agradecer, puesto que pretender sacar una ley sin el consenso previo de todos los cazadores es, en éstos tiempos que corren, una temeridad. En este caso, solo cabe aplaudir al político que ha tomado la decisión, a nuestro entender correcta, de “enfriar el asunto”.

Pero por estas fechas lo que suena es la “canción del verano”, es decir, los daños del jabalí. Raro es que no empecemos el día con una noticia en los periódicos en la que se habla de que el “cochino jabalí” hizo de las suyas en tal o cual parroquia, con un comentario del afectado y la perorata política del sindicalista agrario de turno, pidiendo “fuego y sangre” para el maligno porcino.

Los cazadores quedamos asustados cada vez que vemos en esas noticias “las cuentas que nos echan” para que entendamos el coste económico que supone para los gallegos tener un marrano salvaje pululando por nuestros montes y campos. Y para colmo, va nuestro Presidente y se espeta contra unos cuantos de estos peludos animales, en aparatoso accidente de tráfico. Menudos ingredientes para hacer el caldo. Condenado quedó el pobre bicho desde ese fatídico día.

Y los cazadores bajamos la cabeza, esperando que nos den un empujoncito antes de obligarnos a coger la “ferramenta” y dar gusto a unos y otros, tirando de gatillo y acabando con esta criatura diabólica lo antes posible. Todos al monte, aunque sea agosto o febrero, que tanto da. Este año nos quedamos sin playa, porque nos obligan a ir a la montaña.

¿Pero alguien se ha parado a pensar en que nos estamos convirtiendo los cazadores gallegos? ¿A caso no tenemos la sensación de que nos están obligando a hacer cosas que no están bien? Y decimos eso porque llevamos más de una década recibiendo “formación medio ambiental” para que dejemos de ser “cazadores recolectores” y nos convirtamos en conservadores del Patrimonio Natural Cinegético.

Y después del lavado de cerebro, nos encontramos ahora con la obligación de exterminar una especie, pagar por hacerlo y encima estarles agradecidos ¿pero en que cabeza entra lo que estamos haciendo? ¿Qué sentido tiene en estos tiempos explicar a los noveles cazadores los valores de la caza? ¿A caso ahora ya no importa que cacemos hembras preñadas y que cuando las pelemos nos encontremos en sus entrañas con un montón de “proyectos de jabalí” que nunca serán una realidad?

Señores, cojan el examen del cazador y tírenlo a la papelera, que para exterminar bichos lo que nos hace falta es el carné de aplicador de productos fitosanitarios, no la licencia de caza.

Dicen que “el que no llora, no mama”, y en esta historia están mamando todos sin que ni siquiera nos dejen llorar a los cazadores. Así que quizás sea el momento de empezar a llorar nosotros también, por la cuenta que le trae al cochino jabalí, a los cazadores gallegos y a los propios agricultores.

Para ponerse a llorar es la situación que vienen sufriendo muchos presidentes de Tecores, que una semana si y otra también, ven como tocan a su puerta para que pida esperas nocturnas, hasta el punto de que al echar cuentas, ven como se caza en sus Tecores más jabalíes fuera de temporada que de agosto a febrero.

Y también es para “berrar” sin parar cuando empiezan a sospechar que los malignos jabalíes que se cazan en las esperas, pasan a formar parte de un oscuro e incipiente comercio de carne de caza que incluso llega a traspasar las fronteras de nuestro país para dirigirse a la vecina Portugal. Este es solo un ejemplo de lo que, en realidad, está sucediendo con la caza del jabalí en Galicia.

Los navegantes ya tienen su aviso. Ahora que cada uno tire del hilo que tenga más próximo hasta que llegue a la madeja, porque si no lo hacen, tarde o temprano recibirán una andanada en la línea de flotación del barco que capitanean.

La solución a este problema no puede ser el exterminio de la especie, o su reconversión en plaga bíblica, como aboga algún que otro sindicalista agrario en los periódicos; ni mucho menos que nos conviertan en “cazadores obligados”. La solución no puede ser esa, porque es la que se está aplicando en estos tiempos y el resultado no puede ser más desalentador: Cada vez hay más daños, pero cada vez hay menos jabalíes.¿Qué está sucediendo entonces?

Ya va siendo la hora de que digamos las verdades del barquero: Que nos estamos quedando sin jabalíes, que nos están enfrentando a los agricultores y que tanto los políticos como los sindicalistas agrarios no están haciendo la cama de mala manera. Que esto no va por buen camino y que tenemos que empezar asumir que la realidad es otra y que debemos valorar de verdad cual es el alcance de la problemática de los daños de jabalí en los cultivos de Galicia.

Y otra reflexión en voz alta. Resulta cuanto menos curioso ver como, a pesar del constatado incremento que están viviendo las poblaciones de “teixugo” en Galicia, nadie hable de ellos, siendo como son causantes también de daños en los maizales. ¿Será que los políticos y sindicalistas agrarios también están cargando el mochuelo de los daños del tejón al cochino jabalí, sin que nos enteremos ni los cazadores ni los agricultores? ¿Qué solución darán al agricultor cuando se constate que el daño agrícola se ha producido por este ANIMAL NO CINEGETICO y no por el jabalí?

Esa solución, la que los políticos y sindicalistas agrarios tendrán que buscar para los daños producidos por el “teixugo” en los cultivos, la queremos los cazadores gallegos también para el jabalí. Así de simple. 


Los Cazadores de UNITEGA