La gestión de la caza en
España es una “competencia” de las Comunidades Autónomas, pero la
responsabilidad en la conservación de las especies de nuestro Patrimonio
Natural, incluidas las cinegéticas, corresponde al Estado.
En Galicia, “la caza” la
gestiona en la actualidad la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e
Infraestruturas, pero antes la gestionó la Consellería do Medio Rural, y antes
de ésta lo hizo otra; y podríamos seguir haciendo memoria hasta el día que se
creó la Comunidad Autónoma de Galicia, para lo que nos harían falta los dedos
de las dos manos para llevar la cuenta de los saltos que hemos ido dando de un
despacho a otro.
Este movido baile de
Consellerías en tan pocos años es la mejor demostración de que la caza es una
actividad a la que la Administración no acaba de encontrar un nicho en el que
colocarla de una forma permanente y sólida. En el resto de CCAA seguramente
pasa lo mismo que en Galicia, por lo que no debe ser un problema exclusivamente
nuestro.
Será por ese motivo, o tal
vez por otros diferentes, que la gestión de la caza en Galicia siempre fue: “de
aquella manera”, como se dice por estas tierras, y mucho nos tememos que en el
futuro seguirá por derroteros similares si no nos ponemos las pilas.
Sería muy fácil focalizar
los males de la caza en los funcionarios que trabajan en la Xunta de Galicia,
desde el propio Conselleiro, pasando por el Director Xeral, los Jefes de
Servicio y los últimos curritos que se dedican al papeleo y las cartas que
llegan a los Tecores, pero mucho nos tememos que después de tanto tiempo no
podemos elegir ese camino, puesto que diferentes colores han ocupado las poltronas
del poder y la caza poco lo ha notado, ya sea para bien o para mal.
Y para muestra un botón, ya
que hace siete meses andábamos todo alborotados por las prisas que había en
sacar una nueva Ley de Caza y resulta que llegan las vacaciones y nadie sabe
nada del retoño. Quizás solo fue un “embarazo psicológico” que se quedó en
nada, lo cual sería de agradecer, puesto que pretender sacar una ley sin el
consenso previo de todos los cazadores es, en éstos tiempos que corren, una
temeridad. En este caso, solo cabe aplaudir al político que ha tomado la
decisión, a nuestro entender correcta, de “enfriar el asunto”.
Pero por estas fechas lo que
suena es la “canción del verano”, es decir, los daños del jabalí. Raro es que no
empecemos el día con una noticia en los periódicos en la que se habla de que el
“cochino jabalí” hizo de las suyas en tal o cual parroquia, con un comentario
del afectado y la perorata política del sindicalista agrario de turno, pidiendo
“fuego y sangre” para el maligno porcino.
Los cazadores quedamos
asustados cada vez que vemos en esas noticias “las cuentas que nos echan” para
que entendamos el coste económico que supone para los gallegos tener un marrano
salvaje pululando por nuestros montes y campos. Y para colmo, va nuestro
Presidente y se espeta contra unos cuantos de estos peludos animales, en
aparatoso accidente de tráfico. Menudos ingredientes para hacer el caldo.
Condenado quedó el pobre bicho desde ese fatídico día.
Y los cazadores bajamos la
cabeza, esperando que nos den un empujoncito antes de obligarnos a coger la
“ferramenta” y dar gusto a unos y otros, tirando de gatillo y acabando con esta
criatura diabólica lo antes posible. Todos al monte, aunque sea agosto o
febrero, que tanto da. Este año nos quedamos sin playa, porque nos obligan a ir
a la montaña.
¿Pero alguien se ha parado a
pensar en que nos estamos convirtiendo los cazadores gallegos? ¿A caso no
tenemos la sensación de que nos están obligando a hacer cosas que no están
bien? Y decimos eso porque llevamos más de una década recibiendo “formación
medio ambiental” para que dejemos de ser “cazadores recolectores” y nos convirtamos
en conservadores del Patrimonio Natural Cinegético.
Y después del lavado de
cerebro, nos encontramos ahora con la obligación de exterminar una especie,
pagar por hacerlo y encima estarles agradecidos ¿pero en que cabeza entra lo
que estamos haciendo? ¿Qué sentido tiene en estos tiempos explicar a los
noveles cazadores los valores de la caza? ¿A caso ahora ya no importa que
cacemos hembras preñadas y que cuando las pelemos nos encontremos en sus
entrañas con un montón de “proyectos de jabalí” que nunca serán una realidad?
Señores, cojan el examen del
cazador y tírenlo a la papelera, que para exterminar bichos lo que nos hace
falta es el carné de aplicador de productos fitosanitarios, no la licencia de
caza.
Dicen que “el que no llora,
no mama”, y en esta historia están mamando todos sin que ni siquiera nos dejen
llorar a los cazadores. Así que quizás sea el momento de empezar a llorar
nosotros también, por la cuenta que le trae al cochino jabalí, a los cazadores
gallegos y a los propios agricultores.
Para ponerse a llorar es la
situación que vienen sufriendo muchos presidentes de Tecores, que una semana si
y otra también, ven como tocan a su puerta para que pida esperas nocturnas,
hasta el punto de que al echar cuentas, ven como se caza en sus Tecores más
jabalíes fuera de temporada que de agosto a febrero.
Y también es para “berrar”
sin parar cuando empiezan a sospechar que los malignos jabalíes que se cazan en
las esperas, pasan a formar parte de un oscuro e incipiente comercio de carne
de caza que incluso llega a traspasar las fronteras de nuestro país para
dirigirse a la vecina Portugal. Este es solo un ejemplo de lo que, en realidad,
está sucediendo con la caza del jabalí en Galicia.
Los navegantes ya tienen su
aviso. Ahora que cada uno tire del hilo que tenga más próximo hasta que llegue
a la madeja, porque si no lo hacen, tarde o temprano recibirán una andanada en
la línea de flotación del barco que capitanean.
La solución a este problema
no puede ser el exterminio de la especie, o su reconversión en plaga bíblica,
como aboga algún que otro sindicalista agrario en los periódicos; ni mucho
menos que nos conviertan en “cazadores obligados”. La solución no puede ser
esa, porque es la que se está aplicando en estos tiempos y el resultado no
puede ser más desalentador: Cada vez hay más daños, pero cada vez hay menos
jabalíes.¿Qué está sucediendo entonces?
Ya va siendo la hora de que
digamos las verdades del barquero: Que nos estamos quedando sin jabalíes, que
nos están enfrentando a los agricultores y que tanto los políticos como los
sindicalistas agrarios no están haciendo la cama de mala manera. Que esto no va
por buen camino y que tenemos que empezar asumir que la realidad es otra y que
debemos valorar de verdad cual es el alcance de la problemática de los daños de
jabalí en los cultivos de Galicia.
Y otra reflexión en voz
alta. Resulta cuanto menos curioso ver como, a pesar del constatado incremento
que están viviendo las poblaciones de “teixugo” en Galicia, nadie hable de
ellos, siendo como son causantes también de daños en los maizales. ¿Será que
los políticos y sindicalistas agrarios también están cargando el mochuelo de
los daños del tejón al cochino jabalí, sin que nos enteremos ni los cazadores
ni los agricultores? ¿Qué solución darán al agricultor cuando se constate que
el daño agrícola se ha producido por este ANIMAL NO CINEGETICO y no por el
jabalí?
Esa solución, la que los
políticos y sindicalistas agrarios tendrán que buscar para los daños producidos
por el “teixugo” en los cultivos, la queremos los cazadores gallegos también para
el jabalí. Así de simple.
Los Cazadores de UNITEGA