23/5/11

Editorial de TECORes: La Ley del Embudo de Galicia

Hace unas semanas podíamos leer una noticia sobre el logro conseguido por el Club de Monteiros Ribeira Sacra, en relación a la reclamación que su Presidente, D. Senén Ramos Álvarez, interpuso ante el Defensor del Pueblo de Galicia contra la inexplicable falta de resolución de un expediente administrativo iniciado el 31 de julio del año 2000.

Y es que cuando uno lee semejante mamotreto, más bien le parece estar ante un relato de esos de hobbits, elfos, enanos y orcos del tal J. R. R. Tolkien, con nada más y nada menos que 51 movimientos de entradas y salidas de documentos en el expediente; todo un record, que debería ser suficiente para jubilar anticipadamente al “interpretador legislativo” que ha permitido “mantener vivo” desde entonces este despropósito administrativo y al que no es necesario poner ni siguiera nombre en este texto, pues bien conocido es por todos los cazadores gallegos a los que les gusta que se cumpla con lo que dice la Ley.

Esta noticia que para cualquier profano puede sonar a anécdota simpática o curiosa, es tan solo la punta de un iceberg que se ha mantenido oculto bajo las aguas desde que entró en vigor la actual Ley de Caza de Galicia, allá por el ya lejano año 1997. Ese iceberg ha sido un molesto obstáculo para los Gobiernos de distintos colores que han pasado por el edificio de la Xunta en San Lázaro desde entonces, pero que con habilidad marinera, han ido apartando año tras año la proa del barco a un lado y a otro, concientes del peligro que se escondía bajo las aguas, esperando que el peso del hielo hundiera poco a poco este molesto obstáculo.


Los “mini-Tecores”...

Si por algo es conocida la Ley de Caza de Galicia es por haber sustituido la figura de los cotos privados de caza por otra denominada TECOR, o lo que es lo mismo, Terrenos Cinegéticamente Ordenados; además de exigir a las Sociedades de Cazadores titulares de los mismos que juntaran una superficie mínima de 2.000 Ha..

Para ello estableció la Ley 4/1997 de Caza de Galicia un período de cuatro años, en previsión de un arduo trabajo de integraciones, fusiones y ampliaciones de terrenos para alcanzar la cifra mágica de 2.000 Ha. que marcaba la nueva Ley; y a ello dedicaron todo su empeño la inmensa mayoría de las Sociedades de Cazadores de Galicia, sin rechistar ni decir “un pero”, hasta que fueron pasando una tras otra por el agujero estrecho del nuevo embudo creado por la legislación. Su premio llegó en forma de resolución administrativa firmada por el entonces Conselleiro y siempre cazador D. Carlos del Álamo.

Mientras tanto una minoría prefirió buscar otras alternativas que les sirvieran para mantener sus derechos cinegéticos a pesar de no contar con la superficie mínima de 2.000 Ha. marcadas por la Ley. Para ello se sirvieron de una disposición transitoria que dejaba la puerta abierta a aquellos cotos que no tuvieran posibilidad alguna de unirse o integrarse con otros por motivos extraordinarios, disposición que demostraba fehacientemente la buena voluntad que el legislador quiso poner en su día en el la ley de caza gallega, haciéndola flexible incluso para los casos que se salen de lo normal y que cualquier cazador de estas tierras sabe reconocer y entender.

Y así empezó la deriva del iceberg conocido como “Tecores de Titularidad Compartida de menos de 2.000 Ha.” o “mini – Tecores”, una figura que que ha sido, sin lugar a dudas, el agujero “grande del embudo” de la Ley de Caza de Galicia. Un “burato” muy grande y ancho por donde se han colado un numeroso grupo de espabilados, mientras mientras sus vecinos les miran con la cara de tonto que se le queda a uno que se ha roto los cuernos haciendo encaje de bolillos para juntar las famosas 2.000 Ha. de marras.

La denuncia del Club de Monteiros Ribeira Sacra ha puesto fin a la atrevida aventura de unos de esos “mini - Tecores” y por eso debemos alegrarnos todos los cazadores gallegos, si bien la resolución del citado expediente aún sigue dando prebendas que no parecen recogerse en la legislación, motivo por el cual su Presidente D. Senén Ramos Álvarez ha interpuesto un recurso contra la misma que esperamos se resuelva con la simple aplicación del sentido común y de la propia Ley y Reglamento de Caza de Galicia. Pero esa es otra historia, que hoy no toca.

Esta verdad incómoda de la que hoy hablamos debemos tenerla en cuenta en breve, cuando afrontemos la reforma en profundidad de la actual Ley de Caza de Galicia y es de justicia que 
se trate en ella esta problemática y se le de fin de una vez por todas aquellos Tecores de Titularidad Compartida de menos de 2.000 Ha. que “hacen daño a la vista”, por lo que las Sociedades de Cazadores tienen puestas todas sus esperanzas en el buen hacer del actual Director Xeral de Conservación da Natureza, que hasta la fecha ha demostrado estar dotado del menos común de los sentidos, es decir, el sentido común.