7/7/19

Las esperas con arco del primer Plan de control del jabalí en Lugo logran alejar a los animales de las zonas periurbanas y urbanas

Después de cuatro meses de aplicación del protocolo, la directora general de Patrimonio Natural, Belén do Campo, subraya que el problema está controlado y los grupos de jabalís que siguen a las afueras presentan un comportamiento “más precavido”
  • En total, se realizaron 45 esperas nocturnas con arco durante las que fueron abatidos 11 ejemplares de forma rápida y certera
  • Do Campo resalta que los arqueros resultaron ser la medida de control más efectiva de todas las previstas y que ya después de las primeras esperas de marzo, se detectó un alejamiento de las manadas fuera del entorno de la ciudad
  • La comisión encargada del protocolo decide mantener abierto el operativo por se fueran necesarias más acciones de control e insta al Ayuntamiento de Lugo a realizar desbroces de matorrales en las zonas que ofrecen refugio a los jabalís como medida preventiva “imprescindible” para evitar nuevas intervenciones o reducirlas al mínimo

Cuatro meses después de su puesta en marcha, el primer plan para el control de la presencia del jabalí en las zonas periurbanas y urbanas de Lugo cumplió con su objetivo disuasorio, constatándose un alejamiento de estos animales hacia zonas más alejadas y mitigando su presencia y los avistamientos a las afueras de la ciudad. Así lo resaltó la directora general de Patrimonio Natural, Belén do Campo, quien esta mañana hizo balance de los resultados de este programa, el primero que se ponen en marcha en Galicia con el objetivo de controlar la sobreabundancia de jabalís en los entornos urbanos.

Acompañada del delegado de la Xunta en Lugo, José Manuel Balseiro, y de la jefa Territorial de la Consellería, Margarita López, la directora trasladó la satisfacción de todos los miembros de la comisión sectorial de desarrollo del plan ante la efectividad de las acciones llevadas a cabo entre los meses de marzo y junio.

Concretamente, Belén do Campo explicó que la principal medida de control en las zonas de exclusión del entorno de Lugo fueron las esperas nocturnas con arco, cuya efectividad hizo innecesario optar por otras acciones alternativas. En total, se llevaron a cabo 45 esperas que se saldaron con 11 ejemplares abatidos por otros tantos disparos (sin que hubiese ningún intento errado y garantizando la muerte rápida y con mínimo sufrimiento del animal); y 55 avistamientos por parte de los arqueros. La mayor parte de estas acciones se desarrollaron ya en el mes de marzo, con un total de 21 esperas; seguidas de otras 11 respectivamente en los meses de abril y mayo; y dos esperas más en junio.

Los resultados de estas medidas no tardaron en tener efectos visibles ya que, como explicó la directora, tras las primeras esperas realizadas, se detectó un alejamiento de los animales respeto de las áreas periurbanas y urbanas más próximas a la ciudad. En abril y mayo se volvieron a acercar algunas manadas la estas zonas por lo que se abatieron nuevos ejemplares, y ya en junio, no se hizo ninguna captura debido la presencia de hembras con sus crías.

Gracias a las esperas con arco realizadas nos últimos cuatro meses, Belén do Campo subrayó que la presencia de estos animales en las calles de Lugo y en sus cercanías “está controlada”, detectándose un “cambio radical” con respeto a la situación de hace unos meses y un comportamiento “más precavido” por parte de los grupos de jabalís que siguen a las afueras.

Por esta razón, explicó que la comisión sectorial encargada de la puesta en marcha y del desarrollo del plan –en la que están representadas además de la Administración autonómica, las fuerzas y cuerpos de seguridad, DGT, técnicos y agentes medioambientales, sindicatos agrarios, Federación Provincial de Caza, Diputación y Ayuntamiento de Lugo- acordó por unanimidad mantener el operativo abierto por se fuera necesario volver a intervenir con medidas de control de la población de esta especie. Esta vigilancia y seguimiento para verificar que la situación actual se mantiene a raya, en todo caso, tendrá que venir acompañada de otras medidas de carácter preventivo.

Así, Belén do Campo indicó que durante la reunión también se incidió en la necesidad de instar al Ayuntamiento de Lugo a implicarse en la ejecución de desbroces de zarzas, abulagares y otros matorrales que proliferan cerca de la ciudad y proporcionan unas condiciones óptimas para el encame y refugio de esta especie. Acabar con esta situación, incidió la directora, es la mejor medida preventiva y una labor que la comisión considera “imprescindible” para evitar la necesidad de nuevos controles sobre las poblaciones de jabalí o reducirlas al mínimo.

Puesta en marcha del plan
Hace falta recordar que en el mes de febrero a comisión sectorial de desarrollo del primero plan para el control del jabalí en el entorno de Lugo acordó llevar a cabo un protocolo de actuación para afrontar los problemas derivados de la presencia de estos animales en zonas muy próximas a la ciudad, con un incidente importante sobre los cultivos y sobre todo, para el tráfico y la seguridad viaria. De hecho, tal y como indicó del Campo, los representantes de la DGT le trasladaron a los miembros de la comisión que en lo que llevamos de año los jabalís estuvieron involucrados en 490 accidentes de tráfico en toda la provincia de Lugo.

Como paso previo, se partió de un informe en el que se estimó que en las cercanías de la ciudad de Lugo existía una población de aproximadamente 62 jabalís. La mayoría de estos ejemplares se movían por la margen izquierda del río Miño y dentro de este grupo, concretamente unos 30 estaban localizados en zonas muy próximas al núcleo urbano.

Tal y como precisó la directora, las medidas del plan de acción se centraron en estos ejemplares por ser de los que se tenía una presencia constatada en la zona urbana y periurbana de Lugo y, por lo tanto, la población que realmente estaba ocasionando problemas e inquietud entre la ciudadanía. Esta estimación de jabalís, en todo caso, es muy inferior a la población que se calcula que existe en los cinco tecores que hay en el entorno de la capital lucense, una zona con una extensión de unas 35.000 hectáreas.